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Francisca Leyton Gárate

La ciudad: un lugar para armar.

Por: Francisca Leyton Gárate

Últimamente se han abiertos debates respecto a la implementación de acciones que permitan revertir los efectos devastadores sobre el Sitio de Patrimonio Mundial en Valparaíso. Dentro de estas premisas ha surgido con fuerza la inscripción de nuestro sitio en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro.

Al escuchar esta frase se tiene la impresión de que quedaremos automáticamente fuera de la nominación que tanto le costó al estado de Chile hace 22 años, mirándose con gran temor, en vez de verlo como una oportunidad.

¿Qué repercusiones directas tiene esto? Esta inscripción tiene como objetivo reunir el apoyo internacional para ayudar al Estado que administra el Sitio, abordando de manera eficaz los desafíos que se enfrentan mediante la colaboración para la protección del patrimonio cultural de valor universal, con una base permanente y de conformidad con la tecnología actual.

Esto no debe verse como un menoscabo, sino más bien como un sistema para responder eficientemente a los problemas presentes en el Sitio de Patrimonio Mundial. Tampoco es un tema distante para nuestro país, recordemos el caso de las salitreras de Humberstone y Santa Laura, que estuvieron desde su declaratoria en el 2005 hasta el 2019 en la lista en peligro. Gracias a esto se logró garantizar una conservación y una gestión efectiva y permanente del sitio, que fue realizada con Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio junto al administrador del bien- Corporación del Salitre-, la comunidad pampina y el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Es inminente que existen amenazas, que van en un amplio espectro desde las condiciones sociales cambiantes hasta la pérdida de inmuebles, en su mayoría causadas por incendios en este sector como es el caso del Teatro Pacífico proyectado por el arquitecto Alfredo Vargas Stoller. Y es probable que estas siempre existan, pero lo importante es por un lado prever estos problemas y trabajar colaborativamente con diversas entidades que permitan una activación económica de este sector. No solamente estamos hablando de edificios y arquitectura.

En este sentido, las políticas de estado no pueden seguir siendo aportes a través de fondos concursables, sino más bien deben implementarse glosas de presupuesto permanentes y planes de trabajo que permitan proyecciones a largo plazo.
También existe una gran expectativa respecto a la indicación sustitutiva de la Ley de Patrimonio Cultural, que tiene un carácter monumentalista y que requiere de una actualización de su marco jurídico. Se espera que este cambio permita robustecer las herramientas de la institucionalidad, que entre otras cosas agilizará los procesos de tramitación que hoy soy extenuantes, además de considerar un sistema de incentivos, beneficios y subsidios.

Esto nos deja sobre la mesa cartas de trabajo más grandes, proyecciones que deben encauzarse en un bien mayor. La ciudad es un lugar para armar, pero nunca para desarmar. Existe para ser vista, requiere de ese otro/otra que la viva y la retenga en su memoria. Y eso esperamos que el patrimonio sirva para unirnos, para encontrarnos y no disgregarnos.

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