La Recuperación de Valparaíso: Un Acto de Voluntad Ciudadana
Por: Sebastían Tobar
Por años se ha hablado del abandono de la ciudad. Pero, realmente, ¿a qué nos referimos con el abandono de Valparaíso? Cuando hablamos de la recuperación de espacios públicos, lo hacemos de una forma poderosa: como una especie de estrategia integral y esencial para el desarrollo de la ciudad. Pero ¿en qué consiste esta estrategia?
Cuando caminamos por la ciudad, hay algo que vemos con bastante frecuencia: esas distintas postales de deterioro ya sean por rayados, edificios abandonados, estructuras que aún recuerdan el paso de la pandemia o los efectos del estallido social, entre tantas otras referencias que podríamos señalar.
La falta de atención hacia estos espacios ha generado diferentes problemáticas. Entre ellas, destacan la proliferación de roedores y otros similares que no solo hurtan comida, sino también objetos de valor. Estas condiciones han generado una sensación de inseguridad que afecta no solo a la integridad personal, sino también la económica. Y es que podremos disminuir las cifras de delitos, pero esto no es sinónimo de que la ciudadanía se perciba más segura.
Dicho esto, vamos con la pregunta que se hace el editor de este medio: ¿Cómo recuperar los espacios públicos porteños?
La conclusión es que, primeramente, no dependemos de invertir grandes cifras de dinero para algo que requiere, primeramente, la propia voluntad de querer hacer un cambio dese uno mismo.
Pero ¿cómo se logra esto? Una pista: Parte apoyando a tu junta de vecinos que necesita firmas para postular a proyectos de mejoramiento barrial. Porque, con la mano en el corazón, tú y yo sabemos que cuando esperamos que los demás hagan las cosas, estas no terminan ocurriendo.
Ahora sí, vamos por las autoridades, la respuesta es: ¡Sí! Estas también deben hacer su parte y trabajar de la mano, por ejemplo: Con Vialidad. Convengamos que a nadie le gusta pagar su permiso de circulación cuando seguimos teniendo los mismos desperfectos en las calles que dañan los vehículos.
Tener una o un buen SECPLA permite postular a proyectos en el Gobierno Regional para que Valparaíso tenga recursos para el cambio de luminarias. Una calle o parque bien iluminado también permite disuadir la delincuencia.
Fachadas y eliminar grafitis son una señal visible de que estos lugares no están abandonados. Dicho sea de paso, es impresentable que, después de haber pasado la pandemia y el estallido social, sigan existiendo edificios con latas, como el Casino de Oficiales de Carabineros. Es evidente que, si queremos recuperar los barrios, las instituciones que nos brindan seguridad no pueden dar una imagen contraria.
La micro debe tener recorridos todo el día —en proporción al flujo de personas segun horarios—, ya que para que haya comercio hasta más tarde, tanto las personas que consumen como quienes trabajan deben tener cómo volver a su hogar de forma segura.
La micro debe tener recorridos todo el día —en proporción al flujo de personas segun horarios—, ya que para que haya comercio hasta más tarde, tanto las personas que consumen como quienes trabajan deben tener cómo volver a su hogar de forma segura.
Las calles, las plazas bien diseñadas y los parques accesibles se convierten en puntos de destino que fomentan el comercio local. El comercio prospera donde hay flujo constante de personas y un ambiente agradable para sentarse y socializar.
Basta del plan; hablemos también de los cerros y el valor de la cultura como un dispositivo de recuperación barrial. Al invertir en infraestructura cultural, generamos un sentido de pertenencia y este es la mejor defensa contra el vandalismo.
Es así como tenemos el caso de Medellín en Colombia, que se centró en el urbanismo social como un instrumento para la generación de equidad y paz. Invirtieron en espacios públicos y pusieron fin a una histórica división entre el centro y sus comunas periféricas. Implementaron proyectos como los Parques Biblioteca o el Metrocable. Este último, que en Chile sería algo similar a un teleférico, podría ser un perfecto guiño a la recuperación de nuestro patrimonio, que son los ascensores como medio de transporte, turismo, entre otros.
Más al norte, en Estados Unidos, se creó el proyecto High Line en Manhattan que convirtió una línea de ferrocarril elevada y abandonada en un parque lineal, con un corredor verde, galerías de arte y un mirador urbano.
Así como estos ejemplos, existen muchos más. No hay que inventar la rueda para dar soluciones; podemos mirar cómo lo hacen otros y adaptarlo a nuestra realidad, transitando de lo simple a lo complejo con una visión holística. El buen vivir se construye no en grandes obras aisladas, sino en la democratización de los espacios, devolviéndolos a la ciudadanía.
La plaza, el parque, el paseo y nuestro actuar: ahí reside el verdadero potencial de nuestra vida urbana para la recuperación de nuestros barrios.